Es un camino complejo, a veces doloroso, darse cuenta de que las dificultades en nuestras relaciones pueden ser oportunidades para sanar heridas internas. Quizás, al leer esto, aún sientas que alguien más es responsable de tu dolor, que estar cerca de ciertas personas te lastima. Entiendo esa perspectiva, y respeto tu proceso. Sin embargo, si en este tiempo has logrado mirar más allá del resentimiento y reconocer que hay una herida en tu interior que impacta tu forma de amar y relacionarte, has dado un paso fundamental.

La Herida de Abandono: Más Común de lo que Piensas

Esta herida es sorprendentemente común. Podríamos decir que la mayoría de las personas la experimentan en mayor o menor medida. Para algunos, la sensación de abandono es más intensa, mientras que otros, al hacerla consciente, logran aligerarla y trascenderla. Nos referimos a la herida de abandono.

Esta herida surge cada vez que la vida no nos entrega lo que esperamos. Sentimos abandono cuando esperábamos una llamada que no llegó, cuando el otro no hizo lo que anticipábamos. En esencia, todos experimentamos esta sensación. El objetivo no es caer en el victimismo, sino comprender que si algo nos duele de esta manera, es porque nuestro niño interior se siente abandonado.

El Origen de la Herida en la Infancia

La raíz de esta herida suele encontrarse en la infancia. Si tus necesidades de expresión, de ser escuchado y validado no fueron satisfechas, tu cerebro inmaduro pudo interpretar esta falta como una amenaza. Esta percepción de riesgo genera respuestas neuroquímicas y hormonales de estrés que causan un profundo dolor.

¿Qué Hacer con Esta Información?

Tu niño interior, herido y anhelando ser visto y escuchado, podría manifestarse buscando atención de diversas maneras: dando excesivamente, adoptando una postura victimista, intentando cambiar al otro… Sin embargo, estas estrategias rara vez funcionan a largo plazo, ya que a nadie le agrada sentir que su pareja intenta cambiarlo.

Estas soluciones son como «pan para hoy y hambre para mañana». La necesidad insatisfecha de tu niño interior persistirá, generando dolor más allá de que hoy recibas ese mensaje esperado.

Sanar es Convertirte en el Adulto que Necesitabas

Sanar la herida de abandono implica convertirte en el adulto que hubieras deseado tener a tu lado cuando eras niño. Entonces, ¿Cómo puedes ser ese adulto para tu propio niño interior? ¿Cómo puedes escuchar y validar tus propias necesidades?

Observa estos ejemplos de cómo se manifiesta la herida y cómo el adulto sanador puede responder:

  • Niño Herido: «Mi pareja es una egoísta, siempre hay cosas más importantes que yo.» (Culpa al otro de su sentimiento)
  • Adulto Sanador: «Me duele porque yo tenía la expectativa de ser validado y no sucedió.» (Se responsabiliza de sus propias expectativas)
  • Niño Herido: «Soy un exagerado, no puedo ponerme así por un mensaje.» (Minimiza su emoción)
  • Adulto Sanador: «Yo estaba esperando algo que no llegó y me duele muchísimo.» (Valida su dolor, se da permiso para sentir, se responsabiliza de que es su herida)

Poniendo el Foco en Ti

Si diriges la mirada hacia tu interior, puedes comenzar a hacerte preguntas clave: ¿De qué manera no estoy escuchando y priorizando mis propias necesidades? ¿Prometí hacer algo por mí (ejercicio, dejar un hábito) y no lo estoy cumpliendo? ¿Digo «sí» a todo lo que me piden sin escuchar a mi cuerpo? ¿Hay algún límite que necesito establecer y no lo estoy haciendo?

Identificar lo que activa tu herida de abandono en tu vida cotidiana es el primer paso para sanarla y construir relaciones más sanas y plenas, comenzando por la relación contigo mismo.

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.